![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTqaZIv0PwpmHN7W56yllI8TYUb-fv_lZmbiTfKG0OIkPmgL4y2hPjSYbic3FbotGEjfWmdGVXfbP6q7wU9IF_rxcW0aakPJbmM0vglBVHMpiKL58M8aH9p0OgNqcOmVQbjmQ9kycuX6Q/s200/carro_lleno_hipermercado.jpg)
En un relevamiento realizado entre solo conocidos, dio como resultado que el lugar ideal para la histeria cotidiana son los hipermercados y derivados. Sobre todo cuando se cruzan changuitos. Sí, en el mismo momento que estamos yendo hacia la góndola de los "fríos", nos encontrarnos con los ojos del otro changuito que se dirige a los embutidos. El mejor y el más popular de los encuentros histéricos: la mirada. Y si volvemos a encontrarnos en otro cruce de ojos soñaremos con algún encuentro futuro, con otro encuentro de pasillos, de changuitos, rumbo a góndolas distintas.
Estos centros comerciales sirven para eso, para histeriquear. Sirve para que las esposas miren a los esposos de otras. Sirve para que hombres y cajeras se miren mientras elijen en dónde pagar. Cajeras que tratarán de atraerlos con una mirada constante. Y será un logro histérico para quién consiga abducir a un hombre hasta la caja, mientras sin mirar pasa el código de barra de un Triatop por el lector.
Como será de cierto este relevamiento, que la gente se arregla para ir de compras. ¿Qué esperarían encontrar, más que productos en un Centro Comercial, para que valga la pena vestirse bien, si no fuera conseguir un poco de histeria?
Centros Comerciales: allá vamos.